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Sanar Juntos a través de La Comunidad

Ser una persona de color en Cal Poly Humboldt es difícil y es aún más difícil sin comunidad. Hice amigos durante mi primer año, pero todavía me sentía muy aislado. Disfrutaba de lo que me enseñaban en las clases, pero era difícil mantenerme involucrado con el trabajo del curso. Por mucho que me sintiera realizado por haberme graduado en el colegio comunitario y haberme trasladado tan lejos para ir a la universidad, tenía dificultades para encontrar mi sitio. Necesitaba una comunidad de personas que entendieran mis batallas.

No fue hasta que me uní a El Leñador este semestre que finalmente sentí que había encontrado una comunidad para mí. Me sentí validado en mis dificultades. No era el único que se sentía raro al sentir las miradas mientras exploraba la ciudad o que se sentía fuera de lugar al trabajar en espacios de trabajo predominantemente blancos. No era el único que sabía que estaba mal, que sabía que no estaba haciendo nada para merecer la mirada de nadie, aparte de ser un moreno sin disculpa y ocupar un espacio en su presencia. 

Pero el hecho de hablar con mis amigos y discutir sobre las actitudes racistas de los blancos con las que nos encontramos en nuestros caminos me hizo sentir menos impotente y solo. Con estos espacios en mi vida puedo caminar con la cabeza alta con orgullo, sabiendo que soy parte de una comunidad y que juntos somos fuertes.

La comunidad no sólo es importante para mi bienestar y el de la gente de color, sino que es un medio de sobrevivir. En nuestras comunidades somos conscientes de los problemas de los oprimidos. Hablamos de ellos y a veces nos organizamos en respuesta a ellos. Si no hablamos de nuestros problemas, nos quitan nuestros derechos. 

Es importante que nuestras comunidades se organicen, que marchen en las calles y en los campus con frecuencia y que hablen contra nuestros opresores. Y lo que es más importante, necesitamos compartir la verdad sobre nuestra cultura y el borrado histórico y el genocidio que nos precedió y afectó a nuestros ancestros. Tenemos que aceptar cómo esa historia todavía nos afecta hoy. Necesitamos recordar nuestro pasado y el sufrimiento de nuestros ancestros para garantizar que las historias no se repitan. 

Estamos cultivando una nueva generación que será capaz de reconocer esto como los ecos dañosos de un pasado colonial en decadencia y de centrarse en una comunidad más inclusiva en la que se celebre a las personas por sus diferencias y por los motivos comunes que nos unen a todos.

A fin de cuentas, todos nos enfrentamos a los mismos problemas como parte de una comunidad global. Todos podemos hacer mucho más para ser más abiertos de mente e involucrarnos más en las comunidades locales con compasión, para aprender y entendernos mejor, porque mientras el sistema puede prosperar aprovechándose de la cultura y el trabajo de la gente de color, nuestras comunidades no son tan opresivas.

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