Opinión: Nosotros no cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó
Dentro de la primera semana del regreso de Donald J. Trump a la oficina presidencial, inmediatamente empezó sus planes de acosar a la gente indocumentada. Ha sido muy exasperante escuchar al presidente lanzar sus creencias racistas sobre la inmigración, especialmente en sus intentos continuos de deshumanizar a los migrantes. Una presencia aumentada de redadas de ICE han empezado sobre todo el país, con una focalización en espacios públicos, negocios y hasta en las escuelas.
La retórica antiinmigrante que está siendo diseminada por esas personas en posiciones de poder es fundamentalmente basada en creencias coloniales de tener control sobre la tierra. Es de suma importancia reconocer constantemente que vivimos en tierra Indigena que fue robada y continuamente educarnos en la revitalización de la gestión Indigena. Si no eres nativo de Turtle Island, tienes que reflexionar sobre tus propios privilegios, especialmente con respeto a la historia de inmigración de tu propia familia.
Recientemente he estado reflexionando sobre cómo las fronteras operan como un constructo colonial, trabajando para dividir a la tierra y sus criaturas. Las fronteras han evolucionado de siendo límites imaginarios a divisiones físicas que están vigiladas extremadamente, disuadiendo tanto a los humanos como a los animales de seguir caminos migratorios naturales. Adicionalmente, alteran las barreras naturales como los ríos y las montañas y frecuentemente son creadas solamente en intereses económicos y políticas coloniales.
La imposición de la frontera entre los Estados Unidos y México no se produjo hasta 1848, siguiendo la anexión de Tejas y otros territorios mexicanos, un resultado agobiante de la expansión colonial hasta el oeste. El tratado de Guadalupe-Hidalgo fue firmado para reconocer el Río Grande como el nuevo límite suroeste de los Estados Unidos. Mexicanos que decidieron quedarse en los nuevos territorios Americanos y convertirse en ciudadanos frecuentemente enfrentaron pérdidas de terrenos y discriminacion.
Las fronteras son manifestaciones físicas del militarismo y dominación que trabajan dividiendo a las familias y sobre todo intensificando la violencia estatal y la explotación. Sobre todo el mundo, se están levantando muros como formas de marginalizar a esas personas que no se identifican con estándares blancos, de la riqueza o el heteropatriarcado.
Debemos luchar contra modas coloniales de pensar y utilizar prácticas radicales de imaginación para poder concebir un mundo sin fronteras. Insisto encarecidamente a los demás que empiecen a leer sobre la historia de las fronteras, especialmente ahora más que nunca con tanta platica sobre la inmigración. Con todo mi corazón, creo en los movimientos de Land Back y que desde México hasta Palestina, todos las fronteras deben ser quitadas.